- Una vez, al salir de casa, en el liceo "Luis Espeluzin", un muchacho de 16 años poco más o menos, rodeado de chicas, quiso presumir de macho; y con ritintín burlesco me dijo: Bendición, padre y yo le contesté: que Dios te bendiga como tu me pides la bendición. Una de las chicas allí presentes le dijo: "el padre te ha maldecido. Algo malo te va a pasar". Todo el mundo se calló. Se mascaba el silencio. Y es que cada uno recoje lo que siembra.
- Estuve muy grave y un médico médico muy amigo mío, me decía; de esta noche no pasas. Yo, en mis delirios, le llamaba ladrón de tumbas; a pesar de su pronóstico, (por designio de Dios) le dije que mi pronóstico era el mejor elogio que se puede hacer de un médico.
- Soy el único difunto que vio en la televisión local su defunción.
El párroco de la Iglesia del Salvador la principal iglesia de Caravaca, se le ocurrió decir, en la primera misa de aquel día, que el P. José Antonio de Colsa, había fallecido.
- "Estando en Caravaca, uno de mis últimos destinos me tocó en suerte ir a celebrar misa a las Madres carmelitas; antes de llegar al convento, un irreverente pajarito hizo sus excrementos, nítidos y blanquecinos, sobre la chaqueta de el piadoso feligrés que caminaba a mi lado.Tengo como paréntesis, que era muy aficionado a la tauromaquia; el se miraba la condecoración que el pajarito dejó en su chaqueta y poniendo cara de circunstancias, el qué dirán, se me ocurrió decirle: Marianico, tienes que dar gracias a Dios de que !no vuelen las vacas!"
-Estando en San ASalvador, donde me mandaron los superiores desde Caracas hice amistad con un señor ganadero; se llamaba Francisco Urrutia; le gustaba dialogar conmigo y tomarse una taza de café. Un día, (palabras textuales) me dijo que había HECHO EL NEGOCIO DE SU VIDA. Conocío un campesino que tenía un toro semental; un animal precioso, Calculo que valía 1500 colones. Dicho campesino tenía que hospitalizar a su mujer. El le pagó por el toro 500 colones. Sorprendido le dije: usted llama a eso un gran negocio; yo le llamo robar. El repuso, es que ustedes los curas son muy ingenuos; en este mundo hay que tener el ojo pacho para los negocios.
El me dijo: usted cree que no tengo el ojo pacho? Yo repuse: prefiero no tener el ojo pacho y dormir con la conciencia tranquila, pensando que no me he aprovechado de nadie. El me contestó: Y usted cree que yo no duermo? Claro, si no tienes conciencia no creo que te remuerda, le añadí yo.
Desde entonces no volví a llamarle D. Francisco. Le decía: Hola, mafioso, ¿cómo estas?.
El creía que se lo decía de broma pero yo se lo decía con todas las de la ley..
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- "Estando en Caravaca, uno de mis últimos destinos me tocó en suerte ir a celebrar misa a las Madres carmelitas; antes de llegar al convento, un irreverente pajarito hizo sus excrementos, nítidos y blanquecinos, sobre la chaqueta de el piadoso feligrés que caminaba a mi lado.Tengo como paréntesis, que era muy aficionado a la tauromaquia; el se miraba la condecoración que el pajarito dejó en su chaqueta y poniendo cara de circunstancias, el qué dirán, se me ocurrió decirle: Marianico, tienes que dar gracias a Dios de que !no vuelen las vacas!"
-Estando en San ASalvador, donde me mandaron los superiores desde Caracas hice amistad con un señor ganadero; se llamaba Francisco Urrutia; le gustaba dialogar conmigo y tomarse una taza de café. Un día, (palabras textuales) me dijo que había HECHO EL NEGOCIO DE SU VIDA. Conocío un campesino que tenía un toro semental; un animal precioso, Calculo que valía 1500 colones. Dicho campesino tenía que hospitalizar a su mujer. El le pagó por el toro 500 colones. Sorprendido le dije: usted llama a eso un gran negocio; yo le llamo robar. El repuso, es que ustedes los curas son muy ingenuos; en este mundo hay que tener el ojo pacho para los negocios.
El me dijo: usted cree que no tengo el ojo pacho? Yo repuse: prefiero no tener el ojo pacho y dormir con la conciencia tranquila, pensando que no me he aprovechado de nadie. El me contestó: Y usted cree que yo no duermo? Claro, si no tienes conciencia no creo que te remuerda, le añadí yo.
Desde entonces no volví a llamarle D. Francisco. Le decía: Hola, mafioso, ¿cómo estas?.
El creía que se lo decía de broma pero yo se lo decía con todas las de la ley..
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Yo he vivido muchas anécdotas graciosas con el Padre Colsa en Caravaca.
ResponderEliminarDónde vais Conde Cagamos, con los presos cagarramos..........
Entre otras
Un abrazo